La celulitis orbitaria generalmente de origen infeccioso, es la inflamación de las zonas blandas de la órbita, es decir, la inflamación de los tejidos que rodean al ojo como los párpados superior e inferior, las cejas y la mejilla.
Normalmente la celulitis orbitaria puede ser causada por agentes externos como traumatismos y cuerpos extraños. En este caso, la infección se produce cuando un objeto infeccioso se introduce accidentalmente, mediante un traumatismo, en el interior de la órbita.
La infección también puede ser originada por algunos agentes internos como la sinusitis, la endoftalmitis y algunos gérmenes. En el caso de infección por causa bacteriana, las bacterias que más comúnmente causan celulitis orbitaria son: las especies de Streptococcus, Staphylococcus aureus y Haemophilus influenzae tipo B.
Las posibilidades de infección son altas ya que las paredes orbitarias son delgadas y en ellas hay numerosos nervios, vasos sanguíneos y orificios de origen natural, que permiten a los materiales infecciosos tener un fácil acceso.
La celulitis orbitaria, aunque puede producirse tanto en adultos como en niños, es más frecuente en niños y niñas de edades comprendidas entre los 7 a los 12 años.
Síntomas
Los síntomas más frecuentes que provoca la celulitis orbitaria son:
- inflamación del párpado superior o inferior, la ceja o la mejilla
- párpado brillante, rojizo o amoratado
- dolor ocular (sobre todo con el movimiento de los ojos)
- quemosis (hinchazón de los tejidos que recubren los párpados y la conjuntiva)
- proptosis (ojos saltones)
- disminución de la agudeza visual; fiebre alta
- sensación de malestar general y defecto pupilar aferente (mal funcionamiento de la pupila frente a estímulos luminosos).
Existen dos tipos de celulitis orbitaria. Dependiendo de su ubicación anterior o posterior al tejido que rodea al ojo (también denominado septo orbitario) se distinguen:
- la celulitis periorbitaria
- y la celulitis preseptal.
La celulitis orbitaria es una infección peligrosa que, además de tener posibles complicaciones, puede desembocar en ceguera. Pero si se aplica un tratamiento oportuno (normalmente incluye antibióticos o incluso cirugía para drenar el absceso o aliviar la presión que se produce en la zona orbitaria), el paciente puede recuperarse del todo. Es importante acudir al especialista ante cualquier síntoma.