La uveítis es la inflamación e irritación de la úvea, también denominada túnica vascular. La úvea es la capa de tejido situada en la zona intermedia del ojo: entre la esclerótica (la parte blanca del ojo) y la retina. La úvea está formada por el iris, la coroides y el cuerpo ciliar.
El ojo está formado por tres capas concéntricas que envuelven al humor vítreo, la sustancia gelatinosa del interior del ojo. La capa más interna es la retina (el tejido sensible a la luz donde se proyectan las imágenes). La capa intermedia es la úvea compuesta por el iris (la membrana esférica de color, que controla la cantidad de luz que entra en el ojo), el cuerpo ciliar (la estructura ocular que segrega el humor acuoso y regula, con el músculo ciliar, el tamaño del cristalino para enfocar las imágenes) y la coroides (la capa de vasos sanguíneos y tejidos que conectan la esclerótica y la retina).
La uveítis puede originarse a cualquier edad, aunque es más frecuente en personas de entre 22 a 44 años. En la mayoría de los casos la uveítis es idiopática, es decir que no se presenta en el contexto de ninguna otra enfermedad. Pero en ocasiones, puede surgir a raíz de trastornos autoinmunitarios (como la artritis reumatoidea o la espondilitis anquilosante), tras algunas lesiones oculares y por toxinas.
Según la zona de la úvea afectada, hay varios tipos de uveítis:
La iritis o uveítis anterior, la ciclitis o uveítis intermedia, la coroiditis o uveítis posterior y la panuveítis o afectación de toda la úvea.
- El primer tipo de inflamación de la úvea, la iritis, es la más común de las uveítis. Es la que afecta a la parte frontal del ojo. Suele presentarse de forma repentina y puede durar de 6 a 8 semanas.
- El segundo tipo de uveítis; la uveítis intermedia, es la inflamación en el centro del ojo que puede durar desde 2 semanas a años.
- La uveítis posterior es la inflamación de la parte trasera del ojo. Ésta puede durar años.
- Y finalmente, la panuveítis es la inflamación de todas las partes de la úvea. Las personas que sufren uveítis suelen tener parpadeos excesivos, visión borrosa, alta sensibilidad a la luz, dolor y enrojecimiento ocular.
Es muy importante acudir al oftalmólogo si se presentan algunos de estos síntomas ya que una inflamación en el ojo puede afectar a la visión de forma permanente.